¿Pensar es reflexionar?
Por Gonzalo Osorio R.
En base a la experiencia de hacer clases para estudiantes de pregrado en Psicología, me pareció relevante referirme a uno de los puntos más desafiantes a los que me he enfrentado a lo largo de estos 6 años de docencia, a saber, con el horizonte de incorporar las nociones básicas del método No-reflexivo como un eje fundamental del acceso al saber.
Tanto en filosofía como en sus aplicaciones en la psicoterapia, es crucial que el modelo reflexivo predominante en nuestra cultura occidental quede al descubierto, sin embargo parece ser que es realmente complejo extender la noción que se tiene del concepto de Reflexión hacia una perspectiva que sitúe al acto reflexivo como un modo particular de experiencia de la realidad, pues generalmente se tiende a ubicar a la reflexión como un sinónimo del pensamiento o como símil de la razón.
Siendo rigurosos, por supuesto que estas relaciones son correctas tomando en cuenta la influencia cultural en la que nos hemos formado. Sin embargo, vale la pena distinguir entre la reflexión como referencia al pensar y la reflexión como una modalidad particular de la experiencia. De esta manera se podrá enfatizar el real contraste entre la experiencia reflexiva y su contraparte no-reflexiva.
Cuando se habla de reflexión en el sentido del razonar, es decir, de la capacidad intelectual que nos distingue como especie y que, al mismo tiempo, está dirigida hacia el logro del conocer, se está haciendo referencia en mayor o menor medida a la facultad cognitiva de representar la realidad. De esta manera, si de pronto en medio de la lectura de un diálogo Platónico nos apareciese la imagen mental del mismo Sócrates defendiendo su misión filosófica frente a sus inquisidores, y si tuviésemos a nuestra experiencia un escenario en donde se lleva a cabo tal apología, seguramente veríamos de algún modo a los protagonistas.
Sócrates tendría un rostro y una figura, lo escucharíamos con un tono de voz particular, sus inquisidores estarían todos representados y cada uno de los elementos imaginativos se configurarían en un sentido coherente, brindándonos así una escena suficientemente representada. Ahora bien, lo “visto” en esta escena no está siendo captado por nuestros ojos, pues estos están focalizando su atención en el texto que se está leyendo, de modo que lo que “vemos” no es sino una representación de lo experimentado en la lectura. Este podría ser un ejemplo común y corriente de lo que llamamos pensar.
No obstante, cuando se hace referencia a la reflexión en el sentido metodológico, se está evocando la experiencia particular de abstraerse de una situación inmediata para, por decirlo de alguna manera, observarla como un espectador privilegiado. Así, desde la distancia de nuestra posición respecto de la situación representada podemos ejercer sobre ella un análisis que nos permita descubrir sus particularidades.
Por ejemplo, si tomamos la escena de la “Apología de Sócrates” antes descrita, la reflexión nos permitiría hacer uso de estas “imágenes” para descubrir el porqué de las acusaciones contra Sócrates. Para estos fines la escena estaría a nuestra disposición como un video en una plataforma de streaming, así podríamos pausar la imagen cuando Sócrates expone sus argumentos, volver a reproducir la escena desde el comienzo e incluso podríamos agregar nuevas características a la escena con tal de encontrar elementos suficientes para construir una explicación coherente de las acusaciones contra Sócrates.
Desde este lugar de observación abstracto, estamos en control de nuestras representaciones, podemos manipularlas y organizarlas según nuestra intención e incluso podemos desarrollar un diálogo interno con la escena y hasta con los protagonistas de ella; todo esto en la abstracción del acto reflexivo.
A mi entender, la gran diferencia entre ambas experiencias es la mayor o menor presencia de un ente capaz de interactuar con voluntad sobre las representaciones. En el primer ejemplo la escena aparece como sin intención aparente y nuestra presencia en dicha experiencia es imperceptible, más allá del estar leyendo y tener dicha representación mental, en cambio, en la experiencia reflexiva nuestra presencia toma protagonismo y somos capaces de intervenir en la representación con el fin de buscar relaciones significativas.
Entonces, cuando se habla de experiencia reflexiva o método reflexivo versus una experiencia o método no-reflexivo, se está aludiendo inmediatamente a la diferencia sustancial entre estar auto-presentes y en control de una experiencia de representación y, por el contrario, de estar completamente sumergidos en una experiencia sin hacer cuenta de ello ,lo que por supuesto no implica que se esté algo así como en modo automático, sino que más bien se hace referencia a la posibilidad de estar profundamente compenetrado en la realidad inmediata, de tal manera de estar fundido en la situación. Algo así como la experiencia genuina que se tiene al estar riendo de buenas ganas junto a unos amigos, o a la de estar rendido viendo a tu hija pequeña correr por la casa, o a la experiencia de perderse en la lectura sin hacer cuenta del paso del tiempo.
A modo de conclusión, otro ejemplo del contraste entre experiencia reflexiva y no-reflexiva:
Estás viendo una película y se desarrolla una escena en la que el protagonista, tras ser despedido de su trabajo, se dirige a un lúgubre bar donde bebe alcohol melancólicamente. De fondo suena una canción y esta te evoca aquella época en la que no tenías dinero ni para pagar el arriendo. ¿Cómo fue que llegaste a ese lugar de tu historia? Se te aprieta el estómago y estás viviendo nuevamente aquella vez que tuviste que llamar a tu papá para pedirle dinero prestado. De alguna manera la escena creó la atmósfera para que la canción fuese un disparo hacia el pasado. Tu pareja, al notarte ausente te pregunta si te pasa algo. Despiertas nuevamente en el sillón donde ves la película y le comentas lo que estabas pensando, ella te pregunta ¿cómo te sentiste cuando le pediste dinero a tu papá? Tratas de volver a ese momento, intentas recordar la conversación y piensas en cómo te sentías en ese momento. Mientras tanto la película avanza desapercibidamente…
¿Se nota la diferencia entre ambas experiencias?
“[…] Retorna al No-Ser.
Forma sin forma
Imagen sin Objeto. […]”
Extracto Parágrafo XIV, Tao te King.