¿No reflexivo?

Por Cristián López

En nuestra página, como habrán notado, el nombre incluye la expresión “psicoterapia no-reflexiva”. Esta expresión remite a algo ya conocido, aunque la expresión sea nueva, pero intenta instalarlo en un lugar central, convertir en un eje de una aproximación. ¿De qué se trata esto? La mejor explicación y desarrollo se podrá encontrar en el libro Filosofía, Psicoanálisis y Espiritualidad. Psicoterapia No-reflexiva que Vicente García-Huidobro publicará en marzo del 2019. Por ahora, pienso que se podría realizar un breve análisis a modo de un simple ejemplo que permita vislumbrar de qué estamos hablando. Este análisis lo voy hacer a partir de extractos de sesiones publicados en un paper en la revista “Terapia psicológica”. En este paper se intenta realizar una fundamentación teórica y metodológica que permita analizar la conversación terapéutica a través de los actos de habla, utilizando el material surgido por la identificación de episodios de cambio en sesiones. Es decir, como parte de la metodología cualitativa llamada “momentos de cambio”, se le pide a supuestos terapeutas expertos (que normalmente no lo son, lo que ameritará un comentario en otro minuto) que analicen grabaciones de videos de sesiones, e identifiquen de manera bastante libre qué momento de la sesión les parece como un momento en que se produjo un “cambio”. El artículo  utiliza 4 episodios de cambio previamente identificados con la metodología mencionada, lo que se realizó en el contexto de una investigación Fondecyt. De estos 4 momentos, voy a seleccionar uno de estos episodios (el segundo del artículo), ya que me parece es suficiente para ilustrar el punto que quiero destacar. Se podría haber utilizado cualquiera en todo caso.

El paper dice así:

“Identificado hacia el final de la primera entrevista. La paciente explica su manera de ser precavida y formal en su relación de pareja en razón de la manera de ser de su exmarido.

  1. T: y pareciera, digamos, que usted, pensando en esto que me contaba que era precavida, que le gustaba cuidar su imagen, hubiera como susto suyo de parecerse a su papá en algún momento y por eso cuida su imagen.
  2. P: ah, no sé, nunca lo había relacionado, no, no, no sé, pero nunca se me ha cruzado, ni en algún minuto, no, no, no sabría decirle que es un trauma – no sé, pero no se me había ocurrido eso.
  3. T: porque también uno podría relacionar esto que me decía, que trató de ser lo más formal posible y seguir, y someterse a lo que su marido hacía, cierto, porque pensó que a él le gustaba y de alguna forma a usted parece que le gusta la formalidad, o poniéndolo de otra forma, a usted le asusta la informalidad, por decirlo así.
  4. P: a lo mejor, y yo se lo atribuyo a él – a lo mejor soy yo la más formal que él, no sé poh, a lo mejor, puede que sí, puede que sí, puede que sí, no lo había mirado desde ese punto de vista.”

Este último párrafo es considerado como un episodio de cambio. ¿Qué es lo que lo transforma en el índice de que algo cambió en el paciente? No hay una explicación para esto, ya que el paper no intenta hacer un análisis crítico de la selección de los momentos de cambio, sino de utilizar ese material ya existente para fines teóricos.  Sin embargo,  al comparar este episodio con los otros tres del paper, da la fuerte impresión que lo que es considerado índice de un cambio en el paciente es el que realice una afirmación acerca de sí mismo, reflexivamente, que calce con la interpretación, también reflexiva, del terapeuta. De hecho, esto coincide con lo que actualmente es casi un sentido común psicológico. La pregunta es si esto realmente se puede considerar como índice de un cambio o no. La impresión que a mí me produce es exactamente la contraria. La pequeña teoría acerca de sí misma que le surge a la paciente, consistente en que ella era más formal que el marido y, en lugar de asumirse así, se lo atribuía a él, suena a un contenido meramente racional, en que ella se ve a sí misma desde fuera, se examina y se describe. Lejos está de producir la impresión de algo que ilumina la situación y pudiera llevar a algún cambio. Más aún, parece ser una forma de darle en el gusto al terapeuta que expende significados, ya que no le había aceptado el anterior (párrafo 206). Es decir, lo reflexivo en este caso, es este modo en que la paciente se sale de sí misma, para desde ahí actuar, haciendo (o aceptando) una teoría acerca de sí misma y sus relaciones. Lo reflexivo es también la actitud del terapeuta que en ambas intervenciones promueve esto. Por supuesto lo reflexivo podría tomar otras formas y no sólo la de hacer una teoría acerca de sí mismo. Es decir, uno también podría emocionarse reflexivamente, llorar reflexivamente, o contactarse con Dios reflexivamente.

Surge entonces la pregunta, ¿cómo sería cuando el actuar no es reflexivo? Nuevamente, podemos recurrir a un ejemplo (traducción libre):

“En un dokusan (encuentro con el maestro) un estudiante repitió algo que Suzuki Roshi había dicho en una clase. Suzuki meneó la cabeza (negando).

‘¿No?’ preguntó el estudiante, ‘pero ud. dijo…’.

‘Cuando yo lo dije, era verdad’ respondió Suzuki. ‘Cuando tú lo dijiste era falso’.”

Al ver los dos ejemplos, es muy clara la diferencia entre uno y otro, más difícil es explicarla.

Aristegui, R. (2004). Actos de habla en la conversación terapéutica. Terapia psicológica, 22(2), 131-143.

Chadwick, D. (2007). Zen is right here. Boston & London: Shambhala.

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