Al entrar cada vez más en la modernidad como sociedad nos hemos percatado de un problema, nuestros sistemas educativos ponen énfasis solo en hacer un ser humano instruido, lo valórico y lo espiritual están lejos de ser preocupaciones para nuestras escuelas. Esto ultimo tiene una razón de ser, por siglos (sino milenios) la formación de una buena persona, era una responsabilidad de nuestras instituciones religiosas, ellas determinaban que era lo correcto, lo incorrecto y ofrecían ejemplos de vidas ideales a las que tratar de imitar. Al secularizar nuestras sociedades, y construir una cultura que pone la libertad individual y a la innovación, por sobre seguir la tradición y la obediencia sin cuestionamiento, la religión perdió espacios y comenzó a primar la ciencia, pero la tematización de los valores y lo espiritual también se replegó, en este escenario… ¿Dónde se nutre hoy la persona que quiere vivir de buena manera?

Abraham Maslow, el psicólogo norteamericano que dio el puntapié inicial a la Psicología Humanista y Transpersonal, hace gala en este libro de sus inquietudes y propuestas. Siendo de origen un psicólogo científico, de hecho experimento con monos en el marco de la psicología conductista, fue receloso en su juventud en respecto a la religión, a la que veía como potenciador de prejuicios y represiones, enemiga del progreso. Él mismo como muchos otros judíos (recordemos a Freud) tenía una relación distante a la tradición de sus padres.  Sin embargo con el tiempo, al interesarse en los aspectos poco tratados por la psicología científica de la época, aquellos estrictamente humanos y que no podían explorarse a través de ratas o monos, comienza a cambiar su visión anterior, siendo capaz de diferenciar la religión institucional de la experiencia religiosa, diferenciando el dogma de lo espiritual.

Esto le lleva a hablar de las experiencias cumbre, sucesos de gran relevancia en la vida, que generan un quiebre y hacen sentir el espacio y el tiempo de maneras distintas. Esto provoco extrañeza y resistencia de varios psicólogos, que pensaban que Maslow había cruzado el Rubicón, y ya no estaba haciendo ciencia sino estaba derechamente haciendo especulación religiosa. Pero la historia le daría la razón a Maslow, las experiencias cumbre eran un fenómeno que abría la puerta para hablar de lo espiritual en el seno de la ciencia moderna, y aun más, abrirse a la posibilidad de que experiencias no enlazadas a marcos religiosos institucionales, como la psicoterapia, una excursión, el ser madre, pintar y otras muchas acciones “profanas”, puedan entenderse como espirituales, por lo capitales, transformadoras y renovadoras que pueden llegar a ser.

Este libro, editado al español por Ediciones La Llave, es un trabajo excepcional de cómo Maslow entendía el potencial de la psicología, para ser una articuladora de una espiritualidad contemporánea, una alianza de la experiencia trascendente con la rigurosidad y seriedad de la tradición científica, que posibilita una visión optimista del futuro.